
Román no sólo es la manija de este Boca que mañana debuta en Rosario: es líder hasta para los de Seguridad del club. Sus compañeros lo consultan y le hacen caso, y el DT Ischia acepta su rol.
Acaba de llegar de Estados Unidos, viene de conducir a la Selección, estuvo casi una semana lejos de su hogar, de su club, pero pisa Casa Amarilla y es como si sus botines llevaran un imán que no sólo atrae y contagia fútbol. Las miradas lo siguen, sus compañeros se le acercan, el técnico charla un rato con él, hasta los de Seguridad lo obedecen y aceptan su enojo porque hay periodistas en el playón donde están los autos del plantel, una zona que se había pedido liberar para tener un contacto más organizado con la prensa. Juan Román Riquelme está en todo, sabe de todo, se entera de todo, lo maneja todo. Y en esta versión todavía más completa del que vino, se fue y volvió de Villarreal para quedarse por siempre, no es únicamente el dueño de la pelota en la cancha ni el conductor que manejará los hilos en Rosario...Es Riquelme a quien sus compañeros escuchan, siguen y veneran con sus declaraciones. Dátolo reconoce que de la mano del 10 tiene más chances de cambiar su historia en Boca. "Román me dijo que, si le hago caso, puedo ser titular", admite. Caranta, con espalda de arquero indiscutido, asegura que con JR hasta sus guantes se fortalecen. "Con él subís el nivel de exigencia. Es el que mejor le pega en el fútbol argentino". Y los pibes no tan pibes como Boselli dan gracias al cielo por esos goles que van a venir y los van a cotizar. "Jugar al lado de él es sin dudas una bendición de Dios. En cualquier momento te deja frente al arquero".Es Riquelme a quien los propios rivales respetan, le temen, lo odian y, a veces, lo quieren. Porque se planta como líder y es capaz de cruzar algunas palabras con Ramón Díaz para defender a los suyos en pleno partido de verano. Porque maneja el tono de las declaraciones y abre la puerta de las respuestas para un clásico picante con un simple comentario a sus laderos Palermo y Migliore ("¿Vieron lo que dijo el Burrito?", los pinchó aquella vez). Porque es el único que puede calentar el segundo Súper aun sin estar presente en Mendoza ("A River le vamos a ganar otra vez por el torneo", dijo en la previa). Porque es, también, aquél que motiva a que jugadores de la contra, como Augusto Fernández, sientan orgullo por estar con él en la Selección. "Román es un grande, nunca imaginé jugar a su lado", confió el volante de River.Es Riquelme a quien los técnicos oyen, consultan y aceptan sus pedidos, porque entienden su importancia y dependencia. Es el mismo que cuenta su deseo de estar los Juegos Olímpicos, porque ahí está lo único que le falta jugar, y apenas horas después Sergio Batista lo confirma (antes que a nadie) como uno de los tres mayores de ese Sub 23 que irá a Pekín. Es aquél que solicita permiso para irse con ese equipo a un amistoso ante Guatemala, con regreso 48 horas antes del partido ante Central, y Carlos Ischia no pone reparos y hasta entiende que llega a tiempo para viajar y jugar (luego lo mismo hizo el DT con Maidana). Es, también, el que ve que está para salir y pide el cambio (como ante San Lorenzo en el verano) o que está para seguir y disfrutar de los últimos minutos (como en el triunfo ante River y con Gracián listo para entrar por él). Es JR el que agradece, polémica de esquema mediante, mensaje para acá y para allá, la táctica con el que él y su equipo se sienten cómodos: "Tenemos la suerte de que en Boca no se viene modificando la forma de jugar, sea con el técnico que fuere. Nosotros tenemos jugadores con los que no podemos ni queremos cambiar". Y es aquél que, en su momento, le hizo variar el rumbo de búsqueda a los dirigentes, cuando avisó que no le gustaría tener de entrenadores a ex compañeros. Y a partir de ahí llegó Ischia.Es Riquelme, entonces, mucho más para Boca que lo que implica su juego en sí mismo. Aunque a él no le guste verse en ese lugar, como si su liderazgo no fuera entendido o, si lo fuera, se resaltaran únicamente los aspectos negativos. "Yo trato de ayudar a los muchachos adentro y afuera de la cancha, pero jamás voy a decir este jugador sí o este jugador no. Lo mismo con los técnicos. Cuando se dicen esas cosas a mí me molesta y me duele. Yo no elijo nada. Soy un jugador como cualquiera", comentó más de una vez. Sin embargo, es Riquelme el motor de las esperanzas de este Boca, el consejero de muchos, el empuje anímico de los más débiles, el jugador que su técnico valora como guía sin que esto atente contra su autoridad, el hombre con poder de decisión, el que juega cada vez mejor, el que patea cada vez mejor, el que está en todo... Sí, el dueño de la pelota.